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En un momento social y cultural que exige a las empresas a ser más transparentes, cada vez son más las que deciden incorporar profesionales para planificar y ejecutar estratégicamente su Comunicación, con el principal fin de posicionarse y diferenciarse en el mercado, pero también, de hacerlo siendo congruentes.  

En ese sentido, uno de los principales desafíos que tenemos los Comunicadores Organizacionales probablemente sea el de velar por la coherencia entre lo que la empresa es y lo que dice que es.  

Ahora bien, sabemos que la comunicación no siempre es efectiva, porque por la propia naturaleza del proceso comunicativo, siempre habrá ruido entre lo que queremos transmitir y lo que el otro, o los otros, alcanzan a interpretar.  

Esto sucede porque intervienen factores subjetivos que hacen que decodifiquemos la información desde nuestra individualidad, con nuestras propias herramientas, al mismo tiempo que entran en juego preconceptos, valores, ideales y hasta expectativas. Es así que la intención comunicativa original puede no ser entendida en exactitud. 

Esto mismo pasa en las organizaciones de trabajo y es aún más complejo, en tanto opera el pensamiento y sentir colectivo. Los juicios que hacemos ante determinados acontecimientos los compartimos con otros y eso a su vez, genera nuevas interpretaciones y posiciona nuevos relatos. 

Frente a este escenario complejo resulta cada vez más importante definir estratégicamente planes de comunicación, con alcance tanto en públicos internos a la organización, como externos a la misma, que contribuyan a lograr la mayor coherencia posible en los mensajes que damos. Diseñar acciones que orienten un proceso de comunicación interna efectivo para acompañar favorablemente los desafíos que atraviesa cada equipo, y consecuentemente, contribuir al cumplimiento de los objetivos generales de negocio. 

Cada organización es diferente, tiene sus particularidades, sus simplezas o complejidades. Según mi experiencia, hay algunos aspectos que se repiten y que podemos considerar a la hora de planificar la comunicación de forma global: 

  • Co-construir las acciones: Cuando nuestro plan contempla público interno, los principales protagonistas serán los propios equipos de trabajo de la organización. Involucrar a referentes de cada área nos va a aportar información muy valiosa de la problemática particular y esto nos permitirá definir acciones realistas y a medida. También, estaremos trabajando de forma transparente, colaborativa y probablemente logremos más compromiso en lo que planifiquemos realizar hacia adelante. 
  • Contemplar el poder del 1:1: Gran parte del partido se juega en las conversaciones formales e informales que se dan entre los integrantes de la organización. Construir una dinámica de comunicación interna horizontal implica visualizar que el intercambio interpersonal en la cotidiana es igual o incluso más relevante que las acciones “formales” que podamos proponer. Incorporar programas de referentes de cultura o corresponsales de comunicación suele ser una buena herramienta que nos facilita “estar en la conversación”. 
  • Considerar que todos somos comunicadores: La comunicación como habilidad blanda se puede trabajar y mejorar. Necesitamos líderes que avancen de forma eficiente con las acciones trazadas, que sean los principales protagonistas del cambio. La formación de buenos comunicadores dentro de la organización, el acercamiento de buenas prácticas y el acompañamiento en instancias de comunicación relevantes en los equipos, también es parte central de nuestro rol y debe estar presente en la planificación. 
  • Construir de adentro hacia afuera: Es muy difícil comunicar efectivamente hacia nuestros públicos externos algo que no es vivenciado de forma genuina en la interna de la organización. Esto pasa mucho hoy en día, en tanto las empresas suelen pronunciarse públicamente a favor de causas de interés social, pero quizá no tienen el compromiso interno suficiente para construir activamente en pro de dichas causas. Por eso, nuestros planes de comunicación deben contemplar acciones internas que permitan trabajar primero adentro, para luego comunicar de forma honesta y transparente hacia afuera. 

También está el contexto global, que siempre es un aspecto a tener en cuenta a la hora de planificar. Diagnosticar correctamente el momento organizacional implica considerar la coyuntura que atravesamos como sociedades y el impacto en nuestras organizaciones.

El contexto del que hablaba al inicio, que desafía a las empresas a tomar posturas claras, constructivas y transparentes, se complejiza aún más por los desafíos que trajo la pandemia. 

Y justamente, en tiempos de incertidumbre y cambios, es la Comunicación, que, abordada de forma estratégica y planificada, viene a ocupar un papel central en el acompañamiento de las organizaciones de trabajo y de las sociedades en su conjunto. Y este es un aspecto que también tenemos que visualizar: nuestro rol es fundamental, tiene un valor único que nos posiciona como socios estratégicos. 

Estamos presenciando un gran empoderamiento del rol de los Comunicadores Organizacionales. Al mismo tiempo, las empresas tienen una enorme oportunidad para contribuir a la construcción de sociedades más sostenibles y nosotros debemos estar a la altura para acompañar este proceso. 

¡Por más Comunicadores en más organizaciones!